Szigeti területek venezuelai művészek Magyarországon (Magyar Nemzeti Galéria, Budapest, 2001)

Territorios Insulares: artistas venezolanos en Hungría Carlos Enrique Palacios. Barcelona, 2001. Independientemente de su filiación estilistica, Io que ha motivado a los artistas en Venezuela responde a la circunstancia, o quizäs al espejismo, de una confrontación con otros creadores y, sobretodo, en otros ámbitos. A la vera de los notables movimientos artisticos que tienen a Venezuela como epicentra de su cristalización y a la sombra de grandes nombres que han rubricado a éste pais en los anales de la história universal del arte, el dilatado registra de artistas plásticos que han orientado su exilio creativo más állá de las fronteras geográficas o sentimentales es vastisimo, <<,acaso el retira anacorético de uno de nuestros maestros fundamentales, el pintor Armando Reverón, no era también una forma de exilio?. Al margen de esto, queda aún una intriga por resolver: ipor qué se han figurado las propuestas de éstos creadores como unos territorios insulanos de susurrantes ecos, que incluso Megan a escucharse en el propio país? No se pretende indicar que las obras convoquen una nostalgia por los lugares comunes de la idiosincracia local; por el contrario, si en algo coinciden es en la deflagración de estos tópicos, sobretodo porque el arte se escudo, hace ya bastantes anos en el refugio de la globalizáción. Su condición de insularidad surge de un artificio historiográfico y curatorial (muy malentendido en numerosas oportunidades) que ha organizado, clasificado, y finalmente agrupado a las obras de arte en el escenario museal con la vana ilusión de entender de qué manera las artes visuales se comportan grupalmente en el entorno expositivo. Estas miradas institucionales son entonces las que irradian las repetidas voces que entonan el falso registra de latidos nacionales, y que contagia a las obras, ajenas ellas a cualquier apresurada cédula geográfica o polftica. Sin embargo, no déjà de ser significativo que hace unos ahos, -no tantos- la discusión artistica se centrara en los términos centra y periféria. Bajo esta supuesta antinómia (ya superada por otra óptica más conveniente que cuestiona a la propia história universal desde los relates locales), se intente justificar una minusvalfa de ciertos “lugares” trente a otros más aventajados, más protagónicos. La cuestión vista así dejaba muchas interrogantes abiertas y evidentemente el esfuerzo tenía que centrarse - como se está haciendo en la actualidad - en valorar sin prejuicios a las obras de arte, tomando en cuenta las circunstancias que condicionaron su realizáción. Es por este motivo que uno de los aportes de la história del arte en Venezuela de cara al futura debe considerar el estudio sensato del espacio que nuestros artistas ocupan o dejan de ocupar en el panorama universal del arte contemporáneo, despejando valiente y responsablemente esa neblina “provinciana y espesa” que se alimenta de mites y leyendas, de distancias, de espejos déformantes - que sobretodo aumentan lo minúsculo - y de ausencias, sobre todo de ausencias. En otro orden de ideas, un ojo avizor, una mirada desprejuiciada, puede replantearse la evolúción del arte en Venezuela si se mira con una libertad creativa no contemplada aún por la ortodoxia académica. Esta mirada (que el artista posee por su propio oficio) pudiera lograr nuevos aportes alejados de los acostumbrados discursos teóricos. Unas proposiciones autorales que deberfan repensar unas constantes formales y temâticas muy especfficas: la evidencia de ciertas rutinas compositivas dentro de estilos artisticos avalados criticamente y la consideración de unas propuestas que, “noblesse oblige”, formán ya parte de algunas estaciones en las complejas vías por las cuales el arte transita en la actualidad y que como los borgianos caminos se bifurcan. Finalmente habrfa que apuntar, antes de finalizar este brevisfmo esbozo de una lectura y de un analisis que merece más detenimiento, la paradôjica ventaja de este nuevo panorama geopolitico de difusas fronteras culturales, que le permite a las instituciones que dan categoria al “Arte” (con una A rotundamente mayúscula), avalar las diferencias que la creación visual contemporánea esta planteando permanentemente, intentando demostrar desde la estera de la estética, como el simple aleteo de un mariposa desencadena cataclismos, tal y como révéla la teória del caos.

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